Diego Urdiales

Diego Urdiales

Tarde triunfal de Diego Urdiales, dos orejas y salida a hombros en su segunda comparecencia en la Feria Matea 2019. Así lo cuenta Vicente Zabala de la Serna en el diario El Mundo...

Urdiales podría ser aquel viejo artista que levantaba esculturas entre las ruinas de los bombardeos. La fealdad del toro más viejo del muestrario de Victoriano del Río no invitaba a la belleza. Ni su movilidad ayuna de clase, ritmo y uniformidad. Quedaba bajo las piedras una bondad amable sin forma definida. Diego la recogió ya con su capote leve para enseñarle un camino de expiación sembrado de verónicas. El cinqueño pasado soltó una coz en el caballo como los bueyes americanos de los rodeos. Luego se dejó picar como se dejaba hacer. El clásico de Arnedo sintió el aliento del hogar y ofrendó su cincel y su llama. Por una senda de sabrosos ayudados por alto que desembocó en la bocacha de riego. Y allí uniformaba de belleza la embestida que racaneaba calidad y finales a partes iguales. Por la izquierda se prestaba unas veces hasta allí, otras sólo hasta acá. Siempre con las calidades de un adosado en Seseña... La torería vestía y decoraba todo. Y lo salpicaba de antiguas espumas. Como el epílogo sobre las piernas. Un espadazo fue el colofón exacto para darle rotundidad. Y alcanzar la cercanía al peso verdadero de las dos orejas.

Sábado, 21 Septiembre 2019 00:00

LOGROÑO RECONOCE A DIEGO URDIALES

El coso de La Ribera brindó una atronadora ovación a su torero, Diego Urdiales, al terminar el paseíllo de la primera de abono, que el torero de Arnedo recogió desde el tercio sensiblemente emocionado después de cumplirse veinte años de su debut en la feria de San Mateo en la antigua plaza de La Manzanera.

Así describió la tarde en que se festejaba al patrón de la ciudad Patricia Navarro, crítica taurina del diario La Razón...

El silencioso temporadón de Diego Urdiales nos trajo hasta aquí: su casa. O casi. Cerquita de su Arnedo, durante muchos años, mantuvo la llama de su vida profesional entre Bilbao y Logroño con faenas de ensueño haciéndonos perder el norte en su norte natal. Dos tardes en cuatro días se anunciaba. Y los buenos aficionados en estos tiempos de hamburguesas de dos pisos saben que eso es degustar caviar. Y vale todo, porque cuesta mucho encontrarse con un torero de esta magnitud. Y más cuando no es tan fácil verle ni en temporada de muchas sustituciones. Pasados unos minutillos, cosa rara, se abrió el paseíllo, el del desafío del bien y del mal. El miedo sin fisuras y la moneda al aire para tormento de familias y amigos. El desvelo. Dos veces derribó al caballo el toro y tardaron lo suyo en devolverle a su sitio. Los tiempos, esa cosa, qué misterio, sabe Diego, los hizo él, los dibujó al compás del toreo después, buscando el ritmo al toro en la codiciosa embestida y lo encontró y así los olés, porque por ahí, entre un pase y otro, transitaba la tauromaquia de siempre resuelta en el hoy ante nuestros ojos. El medio pecho, el cite de frente, el estaquillador nivelado, por el centro, la perfecta sintonía de la estructura de su cuerpo como si fuera una escultura de este rito loco. De pronto fluyó. Y así lo disfrutamos en una armoniosa labor, que tuvo todas las letras de un partitura deliciosa. El remate a dos manos. La espada a la primera, la demora de la muerte, la vida pasar, el descabello. Y el trofeo.

Otra cosa fue el cuarto. Escarbaba ya en banderillas, preámbulo de lo que estaba por venir. Y rajado, quería irse. Fuera de la jurisdicción de Urdiales, refugiarse en tablas en la dirección contraria del toreo. Urdiales le puso la zurda como si el toro fuera bueno. Y hasta lo creímos. Ya entre las rayas hubo una tanda diestra entre un torero que quiere y el toro que es obligado a ir. Meritazo. Del silencio a la música. De la mansedumbre al toreo. Gran tarde del riojano en casa, esas tardes que no siempre dan, pero siempre pesan.

Viernes, 13 Septiembre 2019 00:00

SALAMANCA DISFRUTA DEL TOREO DE DIEGO URDIALES

Derroche de toreo muy caro de Diego Urdiales en su debut en La Glorieta de Salamanca. La crónica de Ana Pedrero en el blog de la publicación taurina Cuadernos de Tauromaquia www.cuadernostm.com

Lo de Diego es otra cosa. Diego Urdiales, digo. Lo de Diego es para paladares finos, para aquellos que sienten el toreo en las tripas y les duele cuando se hace de verdad y se van detrás de su muleta como iba ayer el primero de Montalvo. El aire celoso, quiso detener el encuentro de Diego y "Liricón". Pero por momentos el aire y también el tiempo claudicaron y se detuvieron y se posaron sobre la Glorieta. Y sobrevino el milagro del toreo eterno, ese toreo que surge como de la tierra, hondo, doliente, sabio, amasado en veinte años de ausencia en una plaza cuyos tendidos sabían, supieron, que era una vergüenza que un torero como Diego saliese desmonterado en el paseíllo. Veinte años, que dicen que no son nada y son toda una vida de torero. Y después del brindis, de maestro a maestro, a Su Majestad, Santiago, la historia viva de la tauromaquia, el genio. Más que un brindis, a sus pies, de torero a torero, y los pies asentados, clavados. Y el dolor en la tripa, ese dolor que hace que quien esto escribe no se vaya del todo del toro porque es uno de los pocos reductos de pureza, de verdad, que me ata a lo que más amo. Es otra cosa...

Pero ayer, hoy, el presente es ese toreo madurado sin tiempo, sin prisa, los veinte años de regalos, de dolor y magisterio de Diego Urdiales.

Es otra cosa.

Sábado, 31 Agosto 2019 00:00

LA SUTILEZA DE LOS CITES EN CALAHORRA

Diego Urdiales demostró en Calahorra la belleza del toreo sutil basado en ausencia de estridencias, desde el saludo con el capote meciendo verónicas a los naturales, hundidos los talones, presentando el pecho, la suerte cargada y la muleta lacia pero llena de vida y dibujando surcos con sus vuelos al rededor de la cintura del torero de Arnedo. Todo ello marcado por la medida justa de las distancias, las alturas y el temple justo para que las dos faenas de Diego Urdiales a sendos toros de El Puerto de San Lorenzo no se perdiesen en olvido.

Así contó la tarde de Diego Urdiales en Palencia el crítico taurino de Diario La Rioja Pablo García-Mancha...

Vive Diego Urdiales un momento tan descomunal como torero que es difícil de explicar (en el caso de que no se haya visto la corrida en vivo), cómo es capaz de torear con tal temple y delicadeza como hizo ayer en los Campos Góticos a dos toros "semovientes" y sin el más mínimo atisbo de fuerza ni clase en su interior. Los antiguos cronistas describían aquelllas improbables faenas como verdaderos prodigios, como puros inventos del torero. Y en ésas anduvo el riojano ayer con sus dos astados de Bañuelos, el que abrió plaza y el segundo de su lote, tan feble el primero como este último, con tan poco fondo y con las fuerzas tna medidas que el mínimo desajuste o tirón podía dar con sus huesos por el suelo.

(...)Le habían pedido una oreja en el primero pero el presidente hizo oídos sordos. Ya no pudo repetir la tropelía con el cuarto. Diego lo había toreado con majeza. Maravillosos embroques, la guapeza del toreo a media altura, las muñecas sobradas de temple... Y siempre gustándose.

Comenzó la faena con extrema suavidad, ayudando, enseñando al toro a embestir, para que tomara confianza cuanto antes. Dos series en redondo con un tercer muletazo en cada tanda sobervio de temple, conlos vuelos acariciando la arena. Y los pases de pecho, girando la cintura sin la más mínima estridencia.

el toro tenía el depósito más seco que un Martini y aún así fue capaz de templarlo al natural en otras dos colecciones de lances por la izquierda. Lástima que el toro tuviera tan poco fuelle porque dio verdadera rabia que el riojano no pudiera estirar más la faena. Gran estocada y oreja de peso, que a estas alturas de la carrera de Urdiales no tiene mayor valor que una nota a pie de página en las estadísticas. El toreo no se puede medir por premios peludos y el caso de Diego Urdiales y toreros de su exquisito corte, mucho menos. (...)

Sábado, 24 Agosto 2019 00:00

DURÍSIMA TARDE EN BILBAO

Diego Urdiales vivió, en su segunda comparecencia en la Semana Grande de bilbao, una de sus tardes más duras desde su debut en Vista Alegre. Sorteó dos toros de distinta condición pero de parecido perfil.

Así lo contó Zabala de la Serna en El Mundo

Diego Urdiales ya sintió el filo de sus navajas nada más pararlo con el capote, su aliento corto buscando las ingles. Ni descolgaba, ni se salía de los vuelos. Tan pronto definido, el cabrón. Demasiado tiempo gastó Urdiales con aquel tigre venenoso. Que lanzaba zarpazos al esternón. No los suficientes, por lo visto, para descomponer su torería. Como volvió a suceder con el cuarto de ojos bélicos. No los descolgó nunca. Siempre clavados en Diego. Que jamás volvió el rostro. Una pelea agria. Un toma y daca desnudo, valiente, sin perder nunca esa honra de enfundarse el vestido de hidalgo caballero. Un mérito acongojante le acompañó en la batalla.

Extracto de la crónica de Paco Aguado para Cuadernos de Tauromaquia www.caudernostm.com...

El maestro Urdiales volvió ayer a su cátedra bilbaína para impartir una nueva lección magistral. Otra más de las muchas que lleva dando toda la temporada aunque todavía no  le haya roto un solo toro por derecho. Pero precisamente por eso, lo suyo es aún más admirable.

El de ayer en el Botxo fue un zalduendo pitorrón y feoto, silleto y simplón de hechuras, que salió ya acusando su debilidad de riñones. y la gente se enfadó, claro. Los dos primeros tercios se los pasaron pidiéndole a Matías que lo devolviera a los corrales, mientras que el arnedano le aliviaba y le recuperaba de cada pérdida de manos, de cada rile, como adivinando posibilidades detrás de esa flojera que duró hasta banderillas, cuando era absolutamente impensable que de ahí pudiera surgir faena ninguna. Y menos aún para avalar una oreja de ley.

Pero en la arena estaba, sí, un maestro, que le hizo los merecidísimos honores en el brindis a Un mar de alamares y que ya en la primera serie, para ir adelantando, le sopló al desrazado Zalduendo dos derechazos enormes y  ligados, antes de que se volviera a afligir en el tercero. todavía era pronto. Así que siguió con su ejercicio de pulso, con la colocación sincera, la altura perfecta, los vuelos sabios y el enganche milimétrico, que el toro, noble y con voluntad potenciada, que no con clase, fue agradeciendo como reconstituyente. Y la faena remontó muy arriba.

Sostenida la obra en esa técnica de precisión, oculta salvo para el funo y solo al servicio del torero más puro, llegó ya el despliegue de clase: una tanda de cuatro cumbres por la derecha y otra igualde naturales con varios remates de solera. Y aun otra más espaciada, de unidades excelentes y pausadas, a un toro que parecía que ya no tenía más en su depósito de Vespino. Pero lo había, y aún se lo sacó el maestro en una última tanda a pies juntos siempre con el pecho entregado, que fue la firma mecida y recreada de la obra, un ejemplo clamoroso de los superpoderes que tienen los vuelos de la muleta cuando se saben manejar desde el palillo. Y cuando ¨Diego daba pletórico la vuelta al ruedo con el orejón, la feria de Bilbao había vuelto a recobrar la categoría que perdió bajo la lluvia y la desolación de los primeros días.

Sábado, 17 Agosto 2019 00:00

MAESTRÍA DE DIEGO URDIALES EN ILLUMBE

Extracto de la crónica de Paco Aguado para Cuadernos de Tauromaquia....
Ahora que el calificativo taurino de "maestro" está tan devaluado y tergiversado de tanto usarlo, de aplicárselo a cualquiera cuyo mérito sea el simple paso del tiempo en la profesión, habría que empezar a redefinirlo en sus argumentos para volver a dejar las cosas en su sitio.
Y si alguien quiere empezar a hacerlo puede tomar como ejemplo de auténtica maestría, sin ir más lejos, la que Diego Urdiales desplegó ayer en la última corrida de San Sebastián. Pues solo al alcance de un maestro está esa difícil facilidad caminista con la que, sin perder la compostura y la naturalidad, con la fluidez poderosa que surge de la relajación de figura, cintura, muñecas, el riojano consiguió lo que parecía imposible: pegarle naturales hondos -ojo, que no largos- y a ralentí a dos mansos con menos de media arrancada y locos por najarse. Una de las maravillosas paradojas del buen toreo.
Logros como ese sólo se obtiene cuando se tiene asimilado hasta la médula ósea el sentido auténtico del toreo, después de años de matizarlo, analizarlo, pensarlo y ensayarlo como un maníaco, hasta que cada detalle, cada recurso, cada mínimo gesto o movimiento acaban surgiendo no del cerebro sino del corazón, como otros maestros del arte manejan el pincel, las teclas, el buril...
La cuestión es que, lo mismo con el bruto y luego afligido primero que con el borricón desentendido que hizo cuarto, el señor Urdiales se sacó de la mango dos faenas insospechadas en las que, pese a tan escaso o nulo material, cuajó, a veces ligados, otras sueltos, una docena larga de los mejores muletazos y algún que otro lance, de los que se han visto en esta feria.
Y no por arte de magia, sino por un sabio dominio de la técnica que, al sevicio siempre de la pureza, le ha convertido en uno de los toreros más largos de las últimas décadas, como absoluto dominador que es de los registros de todo tipo de encastes: efectivamente un maestro.
Porque, sin venderlo, sin demagogia, ni propagandistas, el de Arnedo muestra sinceramente en sus grandes tardes todas esas claves al toro, por supuesto, pero también a cualquiera que lo quiera o lo sepa ver. la colocación idónea, siempre entregada y en la distancia precisa; la alltura adecuada del engaño en cada momento del trazo; la presentación más oportuna de la muleta; la sutileza exacta de los vuelos en le toque o el enganche; el trazo ritmado desde el pecho; el remate en el sitio conveniente... Todo tan complejo y fácil a la vez que cada embroque es una lección de tauromaquia. Y también un cebo tan aparentemente accesible para el enemigo que hasta esos dos boyancones de Illumbe no tuvieron más remedio que acudir una y otra vez tras la incitación de esa tela que no solo les atemperó y sujetó, sino que les hizo moverse mucho más de lo que querían.

Diego Urdiales volvía a pisar la arena de la plaza de Dax en la que hacía 20 años y un día que tomaba la alternativa de manos del maestro Paco Ojeda y con Manuel Díaz "El Cordobés" como testigo de la misma. Se le brindó una cerrada ovación por este hecho y se le hizo entrega de un detalle por parte de la comisión taurina. El torero de Arnedo brindó la muerte de su primero de Jandilla a su padre Ramiro. Muy parado de salida, desarrolló genio en banderillas, Diego se doblò con él al inicio de faena con ayudados por bajo que  recordaron tauromaquias añejas y entusiasmaron a los tendidos, intentò templarlo por el derecho y por momentos lo consiguió aunque sin el lucimiento deseado, por el izquierdo fue imposible.

La faena a su segundo tuvo otro son, volvió a tirar de recursos artísticos para sacarse al toro a los medios y una vez allí el riojano supo exprimir las pocas bondades que brindaba el de Jandilla en una faena plena de torería y de detalles rubricada con una gran estocada que le facilitó la oreja que paseó por el ruedo que le doctoró un 15 de agosto de 1999.

Viernes, 26 Julio 2019 00:00

SINFONÍA A LA VERÓNICA EN SANTANDER

Diego Urdiales dió un recital de toreo con el capote en su compromiso con el coso de Cuatro Caminos de Santander. En su primero ya dibujó una serie con un remate muy torero, pero fue en el cuarto cuando la dimensión de sus verónicas alcanzaron cotas mayores, moviendo las manos con compás y cadencia ganando hondura a cada lance, en los siguientes tercios el de Juan Pedro se fue voviendo reservón en sus embestidas pero el torero de Arnedo tiró de su oficio para ir consintiendo un poco más en cada envite hasta lograr tres series ligadas con el sello personal de su embroque, el acero le privó de un premio mayor en una faena que brindó al torero murciano Paco Ureña.

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